Un Destino
A esta hora se ve rugoso el techo. En la esquina cerca de la alfombra que alguna vez fue beige, una nueva telaraña. La mente vaga en los 80’s, entre mis días de gloria o las discusiones obstinadas y sin sentido de la mujer que me abandonó. Revolotean palomillas en mi cerebro. El tesón de la razón validando la ineptitud de mis congéneres. Espero que pronto me depositen. La mesada. Sigo esperanzado. El nuevo negocio. Estoy seguro de que vendiendo la casa mejorarán las cosas aunque, los negocios son como una moneda al aire. Así lo han sido los últimos veinte años.
Que importante me ha resultado la imagen. Ahora acostumbro a pensar en la izquierda, finalmente está de moda. Un poco de barba, canas. Sorbo el mal logrado café, ¿Le llamaré o no le llamaré? Remolineo mis resentimientos durante otro rato en la cama. Se que la culpa no es mía, es solo que no tome bien algunas decisiones. No entienden, la gente no entiende. Si se acercaran a Dios todo sería distinto. Apéguense a la ley. ¿Qué puedo hacer? ¿Le llamo o no le llamo? Cortaré el pasto. Mejor mañana. Y, ¿qué haré con las recetas de comida? Las guardaré para el restaurante. Espero que salga comprador para la casa. 6 pm, ¿en serio? No he deglutido nada, que el ayuno me ilumine.
E.T.
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